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Ayuntamiento de Montánchez

Otras fiestas de la Mancomunidad

        Fiesta del pan y el queso (19 de enero) Zarza de Montánchez
 
El 19 de enero se celebra esta singular fiesta, que tiene sus orígenes en la época de la ocupación árabe de la Península Ibérica (aproximadamente en el año 1234), ya que conmemora una batalla librada entre moros y cristianos que habitaban en este lugar. Dicha batalla tuvo lugar en la sierra de San Cristóbal y finalizó con la victoria de los Cristianos, que como recompensa al bajar al pueblo se les convidó a pan y queso de cabra, que son alguno de los productos típicos de la zona.
A la fiesta se acompaña la TABÚA (semilla de la enea), planta denominada espadaña, que prolifera en las proximidades de los ríos, y que una vez madura se desmenuza y es arrojada de unos a otros en señal de felicitación por la gran victoria conseguida, convirtiendo las calles de Zarza de Montánchez en un gran manto blanco.La fiesta comienza a las cuatro de la tarde, cuando todos los habitantes del pueblo se desplazan a la plaza de la iglesia para acompañar a los niños en la recitación de la oración en memoria de los que murieron en la grandiosa batalla, y posteriormente se desplazan al interior de la iglesia para recibir un trozo de pan y queso a la salida.

 
    La Hoguera (24 de diciembre) Albalá

Esta tradición ancestral común a muchos pueblos de España en diferentes épocas del año sobre todo en San Juan, en Albalá marca el inicio de los tres días grandes de Navidad.
El fuego que todo lo purifica, significa dentro de las virtudes teologales, la Fe. Por analogía, la Hoguera de Nochebuena en Albalá emula e invita a la unidad, la comprensión y la fraternidad de los albaleros como parte de una gran familia en torno a unas costumbres, tradiciones y raíces comunes que desde tiempos inmemoriales llevan muy dentro de sus corazones.
Así en otoño, cuando la bellota del árbol mas representativo de Extremadura desaparece los quintos de Albalá inician su tarea de «arrancar las encinas», un acto tan duro como antiguo. Se seleccionan las más antiguas, las cuales se dejan secar en el lugar hasta el momento de llevarlas al llano de las escuelas, lugar donde se sitúa la hoguera. La tradición dice que el día 7 los quintos salgan al campo con “carros y carretas” para la recolección de las encinas e ir situándolas poco a poco.
El 8 de diciembre, día de la Inmaculada («La Pura»), eran designadas las seis pedidoras («pedioras») que tendrán que ocuparse con denuedo y entusiasmo en la consecución de la máxima brillantez y esplendor de la fiesta. Antiguamente eran nombradas por la Asociación de «Las Hijas de María», a la que forzosamente tenía que pertenecer. Hoy es el párroco del pueblo quien las nombra previo consentimiento de las interesadas. Ese mismo día, en el momento en que las mozas salen de Misa Mayor, hacen acto de presencia los quintos paseando sus encinas por la puerta de la Iglesia de paso hacia el Llano de las Escuelas, siendo descargadas y apiladas en un círculo de adoquines ubicado en el centro del llano en exclusiva para la hoguera, prestas a ser prendidas por el fuego purificador el día 24 siguiente.
Ya el día 24 desde por la mañana los quintos van por el pueblo con cantes y bailes pidiendo a los paisanos del pueblo escobas, troncos... y todo lo que sea posible para poder terminar de configurar la hoguera.
Al atardecer, congregado todo el pueblo en el lugar, se procede a la «encendida» de La Hoguera por los quintos con gran alborozo. La música no para de sonar, la alegría desborda los corazones, la emoción embarga y asoma en los rostros de los albaleros. Se ha encendido la llama de la amistad, del cariño, de la fraternidad, ha empezado la Nochebuena. La Hoguera permanecerá prendida hasta que quede consumida por el fuego el último tizón de la más gorda de las encinas, hasta que se extinga la última brasa.

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